sábado, 20 de septiembre de 2008

Redescubriendo lugares comunes

Desde que tengo uso de razón, una de las terapias antiestrés que mejor me funcionan es pasar una tarde completa dándome mil cremas, poniéndome una mascarilla en la cara y dejar correr los minutos mientras hojeo una o varias revistas, con música suave de fondo y un quemador de esencias a pleno rendimiento, inundando la estancia del aroma que mejor me haga sentir en ese momento.

Cuando era más jovencita, era asidua de The Body Shop e Yves Rocher. Los productos de la primera siempre me han parecido que tienen una excelente relación calidad-precio, así como una filosofía de empresa muy atractiva y en sintonía con mi forma de pensar, mientras que la segunda me sedujo desde el principio gracias a sus atractivos precios, aceptables resultados y amables (aunque no por ello menos agresivas) campañas de marketing.

Pues bien, conforme pasaron los años y fue mejorando mi poder adquisitivo, fui dejando de lado ambas marcas para pasarme a otras más exclusivas y que sólo por eso me ofrecían más confianza (aunque a veces sus resultados dejaran bastante que desear). Sin embargo, mi nueva situación me ha abocado a volver a las dos firmas mencionadas anteriormente, y he de admitir que me han vuelto a sorprender de forma grata.

Un brote de acné tardío (posiblemente provocado por el estrés) hace varias semanas me hizo buscar alternativas a lo que usaba hasta ahora que me dieran un buen resultado, y a ser posible, cuanto más inmediato mejor. Y entré en The Body Shop. Me llevé la pastilla de jabón de árbol de té y el aceite puro, de conocidas propiedades antibacterianas, cruzando los dedos para que funcionaran cuanto antes.

Pues bien, he de admitir que el resultado ha sido sencillamente fantástico. En sólo tres días, las erupciones mejoraron notablemente. De todas formas, constaté que necesitaba un tónico facial menos agresivo que el que usaba hasta entonces y pensé en Yves Rocher y su línea Pure Calmille, que si mal no recordaba, tenía un tónico sin alcohol bastante asequible y que en el pasado me había funcionado bastante bien. Y me lo llevé.

Llevo usándolo varios días y hasta ahora mi piel sigue impecable, mucho mejor incluso que cuando usaba marcas mucho más pretenciosas. Esto, sin duda, me ha demostrado que no siempre lo barato sale caro, y que aunque hay productos en los que es mejor no escatimar, como en una hidratante facial o un contorno de ojos con ingredientes de calidad, hay otros donde se pueden ahorrar unos euros sin que nuestra piel salga perjudicada (o de cuya experiencia pueda incluso beneficiarse).

Está claro que cada piel es un mundo y que incluso la mía, mixta y reactiva al máximo, no tiene por qué tolerar mal un producto de bajo coste. La conclusión que de todo esto extraigo es la siguiente: aunque está bien informarse y leer opiniones de gente que usa determinadas marcas para tener una orientación (meramente estadística) de si funciona o no, no hay que cerrar la puerta del todo a marcas cuya calidad se supone que deja mucho que desear, como es el caso de Yves Rocher, pues tampoco en productos más caros es siempre oro todo lo que reluce.

En definitiva, actualmente sigo la misma terapia antiestrés que antaño, sólo que esta vez las mascarillas que uso son las unidosis de Apivita o alguna de Yves Rocher, como la de aceite de argán, cuyo olor, textura y resultados me encantan. Así, no sólo mi bolsillo, sino también mi piel, agradece la vuelta al pasado.

1 comentario:

Adegea dijo...

Comparto tu gusto por la relajación mediante el potingueo: mascarilla facial y corporal, baño con aceites o burbujas de Lush, embadurnarme de manteca de vainilla y especias de TBS, masajito en los pies, maquillaje... Un gustazo poder cuidarse.

The Body Shop es una marca que me encanta y no me da alergias.
De Yves Rocher me gustan los geles (ahora gasto el de ylang-ylang de Comore) y mi hija tiene 6 colonias (coco, pera, fresa, kiwi, naranja y mora). El maquillaje YR es malo (aunque hay chicas muy contentas con sus polvos de sol con monoi) y no he probado su gama de cremas porque soy fiel a lo que ya gasto.

Un beso.